Michelangelo Antonioni en la filmación de Blow-Up |
El caso puntual de Blow-up (Deseo en una mañana de verano, 1966) no es la excepción, Antonioni dijo “que nuestra teoría sobre la realidad está infradeterminada por los datos; o, por decirlo de otro modo, que nuestro conocimiento es relativo”.
Con tan solo 108 minutos el director intentará de adaptar un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Thomas (David Hemmings), un fotógrafo de moda, que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como inesperado.
Realidad, ficción, o ambas
¿Y por qué será que a esta película se la analiza desde la semiología?, la semiología es el estudio de los signos y Antonioni hace uso de ellos. No solo para retratar una Londres en su estado gris y pop, sino para marcar a una sociedad burguesa de posguerra, aburrida y sin rumbo. Una de las escenas clave de la película es cuando Thomas revela las fotos (a todo esto, el nombre Thomas nunca lo dicen en la película, este dato solo se sabe por el guion), y descubre otra realidad, no la que él había retratado, ni siquiera la que había vivido.
A pesar que en ese momento había tres miradas sobre una misma situación: la nuestra como espectador, la mirada del protagonista y la mirada de la cámara fotográfica, no dejaban de ser lecturas de la realidad. Antonioni dijo sobre la realidad, “Mi problema en Blow up era el de recrear la realidad de una forma abstracta. Yo quería discutir la realidad presente: éste es un punto esencial en el aspecto visual de la película, puesto que uno de sus temas principales es ver o no ver el valor exacto de las cosas” (Tassone, 2006, 137). Las fotos en este caso solo funcionan como metatexto, o sea solo son un comentario de la realidad. Diane Arbus decía que “una fotografía es un secreto acerca de un secreto. Cuanto más te dice menos sabes” (Sontag, 2010, 114).
¿El Final?
En el final, donde se juega un partido imaginario de tenis, nuestro cineasta sigue coqueteando con la realidad misma. En el momento donde el protagonista decide devolver la pelota, nos repite el mensaje nuevamente, pero de una forma distinta al de las fotos en el parque. Por eso Antonioni llega a la conclusión que la realidad no es más que una construcción social, abriendo las puertas de par en par a la confusión entre el ser y el parecer.
No era la idea de este texto, ni de Antonioni aclarecer el misterio en el film, y desde la semiología tampoco, ya que la simbología de la película seguramente será coincidente a mi realidad social y contexto. En fin, la película es Antonioni llevándonos de la mano como invitados a su percepción de la realidad.
Por Emilio Ladetto
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